Los argentinos y el seguro: usos, costumbres y futuro
Generar conciencia aseguradora en la población es uno de los objetivos más difíciles para nuestro mercado. Si reconociéramos que un seguro es una herramienta que da certidumbre frente a riesgos difíciles de estimar y de hacer frente económica y emocionalmente, todos estaríamos más permeables a asegurar, como sucede en otros países, muchas más cosas, incluso y más importante aún, a las personas (ya sea mediante un seguro de vida personal o a trabajadores que nos brindan servicios, sea en relación de dependencia o no).
Los argentinos asumimos los seguros obligatorios pero desconocemos los otros riesgos que pueden ser asegurados. Hay países más desarrollados, donde la relación Prima/PBI es 4 ó 5 veces el nuestro. Por ejemplo, los padres planifican la herencia de sus hijos, contratando una póliza de vida.
Por suerte, en el último tiempo, se está viendo un cambio de conducta que lleva a asegurar los llamados seguros de consumo masivo, como ser carteras o celulares. ¿Por qué? Porque el riesgo es más palpable para la gente, e inmediatamente ve el beneficio de trasladar el riesgo a las aseguradoras, sabiendo que ese bien se repondrá de manera inmediata. Es decir, si aumenta el robo de celulares, aumenta la compra de seguros que los cubren. Pasó en su momento con el seguro de robo en cajeros. No es así con los seguros donde nos parece que el riesgo es más lejano. Sino, teniendo en cuenta que los accidentes de tránsito causan tantas tragedias por año, no se entiende cómo no tenemos todos una póliza de seguros de accidentes personales para accidentes de tránsito, cuyo costo es bajo y los beneficios son altísimos.
Hay una serie de seguros no convencionales, muy creativos, como podrían ser las manos de un pianista, las piernas de un futbolista, o la imagen de determinado modelo o actriz. Pero sin duda, el seguro de vida es uno de los que deberían ser más valorados. Cuando entendemos que si algo grave nos pasa, el seguro de vida se transforma en un gesto de protección a tus seres queridos, que, por ejemplo, permitiría que nuestros hijos terminen sus estudios, que nuestras parejas no sufran apremios económicos durante un tiempo importante, estaremos emocionalmente involucrados con la contratación de un seguro.
Lo mismo pasa cuando asegurás tu casa: El riesgo que financieramente te va a dar vuelta la vida es el incendio. Del robo, económicamente te recuperás, pero del incendio quizás no. Saber que vas a poder darle un techo a tu familia, hace que sientas la misma tranquilidad que cuando les garantizás un futuro con el seguro de vida. Contrariamente he visto gente grande lamentarse hasta las lágrimas por no haber previsto las consecuencias de no asegurarse.
Los argentinos solemos considerar que el seguro es un gasto y no una inversión, justamente por esa falta de cultura aseguradora, y quizás también porque nos acostumbramos a pensar de modo cortoplacista, y una inversión se asocia, lo mismo que el beneficio del seguro, a mediano y largo plazo. Pensemos que la inflación, nuestros devaneos económicos, y la incertidumbre respecto de las reglas, no ayudan a solidificar nuestra industria, que tiene entre otros de sus componentes fundamentales la estabilidad y la confianza. Lo mismo que las inversiones.
En estos tiempos la forma de contratar un seguro está cambiando, evolucionando mucho con la ayuda de la tecnología. Antes planificábamos las vacaciones de modo diferente a hoy. Ahora buscamos en internet, vemos las opiniones de otros usuarios, comparamos, y en una buena parte del proceso no queremos ser interrumpidos. La tendencia del nuevo asegurado es que espera que lo asesoren bien, rápido y no tener que esperar mucho para ver materializados sus pedidos. Quiere la velocidad online, más asesoramiento y más independencia. Vemos que cada vez más la gente se inclina por cotizar, comparar, informarse y hasta adquirir una póliza de manera on line, e incluso también asesorarse telefónicamente. La gente quiere concentrar toda su búsqueda en un mismo lugar y optimizar tiempos. La inmediatez y la disponibilidad 24 hs. se convierten en un aspecto clave en este siglo.
El seguro online crece de la mano de los cambios de hábito, ya no usamos la guía telefónica, ni menos aún nos acordamos de los números de teléfono de nuestros amigos, sino que buscamos atajos tecnológicos. En lo técnico, en nuestra industria, la diferencia entre vender online o de manera tradicional es prácticamente ninguna. Nuestra empresa fue concebida como un medio tecnológico, pero en definitiva no dejamos de ser un productor de seguros, con la ventaja de que intentamos juntar lo mejor del mundo online con lo mejor del productor tradicional. Esto es, en el primer caso la cantidad de información y la velocidad de ejecución, y en el segundo, el asesoramiento, la contención y la asistencia a los clientes.
Es más barato tener un seguro que no tenerlo. El monto que pagamos por un seguro es insignificante al lado de la eventualidad de responder por un siniestro. Si pensamos en el costo del seguro de auto, contra la eventualidad de tener que afrontar seis millones de pesos en caso de que seas responsable por causar un accidente de tránsito, o lo que se paga por el seguro de hogar, respecto del valor si se incendia, por ejemplo, la cocina, no dudaríamos asegurar los riesgos.
El futuro de los seguros, sin duda, será más sencillo y más accesible para la gente común, producto de la tecnología, de los servicios brindados por compañías y productores; y por el rol que protagoniza hoy la Superintendencia de Seguros que impulsa permanentemente la evolución del sector. Sin duda, la póliza electrónica quedará instalada totalmente, ahorrándonos toneladas de papel desperdiciado, y los medios de pago electrónicos serán el mecanismo por excelencia.
El mundo del seguro que viene va a ser mucho más gratificante, sobre todo para la gente. La demanda que viene nos pide a las insurtech asumir un rol no sólo de ventas, sino que deberemos ser protagonistas de un rol mucho más amplio, tratando de adelantarnos a las necesidades y afianzando el servicio post venta. En eso aún hay mucho por recorrer y muchas oportunidades.
FUENTE: EL CRONISTA